Parece que las rondas de la renegociación del Tratado de Libre Comercio van evolucionando de manera positiva; desde el primer encuentro en el que destaca la imagen de la canciller canadiense hablando en español y en el que los exabruptos de la delegación norteamericana parecían no ofrecer ningún futuro halagüeño, las cosas parecen ir asentándose. La probabilidad de la cancelación del acuerdo cada vez se aprecia más lejana y existe una disociación ente los tuits del Presidente Trump, sus negociadores y las reacciones de los agentes económicos en los tres países.
Las declaraciones agresivas y de plano descabelladas han dejado de tener efectos en los mercados y en la paridad de la moneda y vamos viendo cómo se presentan las necesidades y las reacciones que nos hacen ver que no somos la parte débil y desamparada, el primo pobre, que antes pensábamos. En un escenario de cancelación del TLC no sólo perdería México, sino que en general las tres naciones se verían afectadas y para algunos estados de la Unión Americana el efecto sería desastroso.
Sin embargo, conviene pensar qué sucedería sí, en efecto, como lo pretende un presidente cada vez con menos capital político y más deudas que saldar, decidiera unilateralmente denunciar – es decir abandonar – el Tratado.
Hay tres factores complementarios que se presentan al lector.
En el primero es el proceso de desajuste y nuevo equilibrio, es decir, de cancelarse el TLCAN, no hablaríamos de un escenario halagüeño, nos tomaría un par de años recuperar el equilibrio en los mercados, eso hay que tenerlo claro, no resultaría deseable pero tampoco se trataría de un desastre de grandes dimensiones; veámoslo así, si para nosotros el cierre de mercados implicaría la búsqueda de algunos nuevos, también para el vecino se impondría esa necesidad y no en menores dimensiones, en mayo de este año, funcionarios de SAGARPA iniciaron pláticas con productores brasileños de maíz amarillo para el caso de tener que sustituir importaciones, el escenario se explica sólo: en este insumo México compra a Estados Unidos el 98% del maíz amarillo que ingresa al país, esto es alrededor de 13 millones de toneladas; sin embargo, para Estados Unidos somos el tercer comprador de sus exportaciones agrícolas y en el caso de que México optara por un nuevo proveedor, estados como Michigan podrían perder hasta el 45% de sus compradores; por su parte, a Brasil le hemos comprado apenas 54 mil toneladas de la semilla, pero esa oferta puede crecer en un año hasta los 105 millones de toneladas y mantener esa tendencia. ¿Quién debe temerle a Donald Trump?
Segundo, análisis como el que la semana pasada presentó el centro de análisis de BBVA Bancomer, arroja que durante los seis primeros meses las exportaciones mexicanas se verían inmediatamente beneficiadas pues el peso libre de las presiones de la relación preponderante con Estados Unidos podría alcanzar precios competitivos por debajo de los 19 pesos frente al dólar norteamericano; el mismo estudio plantea un efecto benéfico en materia de inflación en el corto plazo; el cambio hacia los aranceles y tarifas de la OMC podrían disminuir las presiones inflacionarias en un margen de alrededor del 0.2 al 0.3% que en nuestro caso no resulta despreciable. En cambio, el efecto inverso en Estados Unidos no parece ser tan halagüeño. El tema está si tendríamos la capacidad para superar ese bono de seis meses para reconvertir nuestros mercados en un plazo tan breve. ¿Quién debe temerle a Donald Trump?
Tercero, el excedente de producción abierto al libre mercado se vuelve una oportunidad deseable para muchos mercados que hasta ahora no hemos podido aprovechar; el ejemplo de Ángela Merkel y la postura alemana sobre los productos mexicanos puede ser una ruta de escape para colocar nuestros productos en las factorías y anaqueles de Europa, veríamos nuestros supermercados con productos de aquellas latitudes y desde luego se podrían abrir nuevos caminos para productos nacionales cuya presencia en el viejo continente es todavía marginal; lo mismo con Sudamérica, en particular Chile, Argentina y Brasil. En su última visita a México, la Canciller Alemana declaró abiertamente su apoyo a México en las negociaciones del TLCAN, pero también afirmó que de cancelarse el acuerdo se podría hablar de un formato en el que México podría aprovechar los acuerdos existentes para potenciar su presencia; nuestro reto son las reglas extra económicas de los socios comerciales europeos en temas como combate a la corrupción, derechos humanos, controles de calidad y, desde luego, logística que no encarezcan demasiado las operaciones. ¿Quién debe temerle a Donald Trump?
En fin, tal parece que tendremos una versión renovada del TLCAN; pero ante la imprevisible conducta del presidente de los Estados Unidos lo mejor parece conservar la calma y mirar otros horizontes y ese trabajo se está haciendo ahora, más vale no quedarse fuera de esas jugadas.
César Benedicto Callejas
Abogado. Investigador SNI
@cbch70