Después del desastre

Para muchos de quienes vivimos el terremoto de 1985, este 19 de septiembre parecía algo irreal; jamás imaginamos que tuviéramos que pasar por este transe dos veces en la vida; sin embargo, la naturaleza no conoce de previsiones y se impone en su grandeza destruyendo nuestras seguridades y confianzas. Sin embargo, de entre las ruinas de los edificios caídos, de entre la destrucción de la infraestructura, hemos visto a nuestra juventud levantarse para salvar a quienes esperaban la ayuda, organizarse para que este país se mantuviera en movimiento. Los mercados han sido sensibles a este fenómeno.

A diferencia de lo acontecido en 1985, esta vez la reorganización de la sociedad ha sido mucho más rápida de lo que esperábamos. Si bien es cierto que no todos los servicios marchan como debieran, también lo es que la gran mayoría están trabajando con normalidad; hemos sido testigos de cómo algunos de los más importantes como la telefonía móvil y fija, los servicios de banda ancha, por ejemplo se aprestaron a reducir a tasa cero sus cobros; hay algo en esta ocasión que nos hace mirar con esperanza los días por venir.

En estos días la iniciativa privada, que parece haber tomado la delantera en la reconstrucción y reorganización del país – igual que en aquel lejano entonces – dio muestra de fortaleza. Los mercados han operado con normalidad y hay que decir que los servicios bancarios y financieros no detuvieron su marcha; ayer mismo, las acciones de Homex, Geo, Urbi y Sare, salieron a cotizar con un ímpetu que no habíamos visto hace mucho; al a fiebre de la construcción que vive la ciudad de México desde hace ya tiempo, se sumó el análisis de que la reconstrucción de la urbe, de los municipios afectados en los estados de Oaxaca, Chiapas, Puebla y Morelos, no podrá esperar y que se convierten en un nicho de inversión no sólo llamativo sino también urgente.

Las empresas constructoras presentaron comportamientos a la alza que van desde el 9 hasta el 14.5%, lo cual es bastante si se considera que no se preveía mayor crecimiento en el sector para el último trimestre del año. Algunos medios, como Excélsior y El Financiero, reportaron que Homex alcanzó un avance de hasta 13.56%, situándose como líderes en un mercado que no seguirá en alza constante durante las próximas semanas.

Hay que estar atento, no se trata de una burbuja inmobiliaria, de las cuáles los inversionistas y los mercados han sido víctimas con anterioridad; ahora se trata de un voto de confianza por una industria capacitada para salir adelante con el reto enorme que significará la reconstrucción; hay que hacer notar que las empresas que se vieron favorecidas en el mercado de valores coinciden con las marcas más notorias y que el público identifica como constructores confiables, asimismo, se trata de empresas que han logrado transparentar sus operaciones e instituirse como fuentes de valor en momentos como el que vivimos.

Sin embargo, las cosas no pintan tan sencillo como pareciera, una parte significativa de los edificios que en la Ciudad de México se vinieron abajo eran construcciones que no alcanzaban un año de edad, ello conduce a pensar que tanto hubo procedimientos irregulares en la tramitación de sus licencias de construcción, como que sus materiales y procedimientos no tenían la calidad que era necesaria; los compradores estarán atentos a estos hechos e incluso, las autoridades delegacionales no podrán permitirse que nuevos escándalos de corrupción echen por tierra sus aspiraciones políticas. Visto así, los procesos de reestructuración que las constructoras como SARE y HOMEX, les han dado resultados de inmediato. En este mercado privarán no sólo el precio sino también la calidad y la confianza, elementos que el inversionista no deberá perder de vista.

El tema se vuelve urgente, a los pocos días del terremoto los precios de la vivienda en venta y en renta comenzaron a subir discretamente, digamos que puestos los ojos en el desastre, la avanzada de precios presionada por la demanda fue constante; ese será el gran reto para los constructores, actuar con la suficiente celeridad para que una nueva oferta contrarreste la pasión especulativa que puede terminar encareciendo desmedidamente los inmuebles y limitando el acceso al mercado.

Una vez más vimos cómo la sociedad se organizó, ahora no para suplir al gobierno como en aquel ya lejano 1985, sino para complementarlo y aún llegar donde el enorme aparato del Estado no puede llegar; no lo dudemos, la industria de la construcción a emergido y los inversionistas deben estar atentos.

César Benedicto Callejas.
@cbch70
Abogado. Investigador SNI.

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