Esta disyuntiva no es, desde luego, inocente y se refiere a uno de los aspectos fundamentales en los que abordamos el tema del dinero; es decir, si el dinero es una manera de garantizar la tranquilidad o bien la manera de lograr el crecimiento. Me explican con bastante tino los especialistas de CREDITUM la diferencia entre ambos conceptos; por un lado el ahorro es reservar del gasto una cantidad que, de cualquier modo sigue sometida a las presiones de la inflación; invertir es igualmente, separar del gasto una cantidad y operarla en instrumentos que al menos preserven su valor respecto de la inflación.
No suena complicado, en el ahorro dejamos de gastar, pero debemos tener un plan de ahorro suficientemente racional, para que el impacto que la inflación tenga sobre nuestro dinero no lo reduzca de manera que represente una pérdida al momento de utilizarlo; en el ahorro, no sólo se deja de gastar, sino que además se busca que el dinero se utilice en instrumentos que permitan que el dinero genere una ganancia por lo menos igual a la presión inflacionaria, así, al momento de utilizarlo, al menos, tendremos la misma cantidad que habíamos separado del gasto.
En un crédito PYME, o en un crédito de capital de trabajo, el dinero que recibe el acreditado proviene del bolsillo de mucha gente que ha dispuesto sus capitales para realizar estas operaciones de inversión, son ellos los que se distribuirán el premio que tenga que pagar quien ha recibido el crédito, de esta manera, el control y el equilibrio se mantiene en la medida que todos cumplen sus obligaciones.
Invertir es, desde luego, una operación que requiere tanto experiencia como conocimiento, existen inversiones de todo tipo y para todo tipo de necesidades, baste decir que una de las reglas comunes de la inversión es que mientras más riesgo toma el inversionista, mayores son sus beneficios; para lograr el premio económico que salvaguarde de la inflación, el inversionista corre riesgo, el principal es no recuperar su capital o que lo haga en un tiempo superior al estimado, sin embargo, algunas inversiones son más seguras y proveen beneficios menores pero puede contarse con su puntualidad y recuperación; algunos son instrumentos tradicionales como los CETES, por ejemplo, que son probados y que no representan riesgo alguno, la decisión no puede tomarse a ciegas y debe hacerse bajo el consejo de expertos, que conocen el manejo de los mejores instrumentos y la manera de planear un proyecto de inversión adecuado a las necesidades de cada inversionista.
Pero me refería sobre todo a que la diferencia entre ahorrar e invertir refleja la postura de cada quien frente al dinero; el ahorro representa la seguridad y la formación de un patrimonio que, ya se ve, está siempre bajo el riesgo y la presión de agentes externos ligados al tiempo y a agentes externos que no siempre están bajo nuestro control; el ahorro habla de un anhelo de seguridad, un afán de conservación y un sentido de protección que no puede ser desdeñado; la inversión, por su parte, nos habla de una postura proactiva, es decir, que ve en el dinero no sólo el patrimonio, sino un mecanismo para crear más riqueza, más bienestar y mayor patrimonio, se trata de una visión del mundo en la que se desea algo más, pero no sólo eso, sino en la que se juega con todos los elementos al alcance de la mano para lograr objetivos y correr riesgos que, bajo la adecuada vigilancia pueden rendir frutos.
¿Cuál es la postura correcta? Ambas lo son, o más precisamente, ninguna lo es por sí misma, la postura más adecuada combina ambos elementos, los hace participar de un mismo objetivo y revierte beneficios. Es algo así como el antiguo juego entre la emoción y la prudencia, por ejemplo, entre el deseo de tener más y el anhelo a no perder lo conseguido, el hecho es que la combinación que se haga de ambos elementos denotará qué es lo que cada uno desea y de lo que está dispuesto a hacer por conseguirlo. Lo que es imperdonable es no tener una postura sobre un tema tan delicado, ser indiferente a esta dicotomía que está constantemente bajo nuestros ojos pero a la que no todos ponen atención, no se trata de montos ni de flujos de ingresos, sino se trata de intención, de planeación, de organización y, sobre todo del anhelo de mejorar y de lograr metas.
Al terminar mi conversación con los expertos de CREDITUM, me quedo pensando en que este tema de la inversión y el ahorro es la metáfora moderna del antiguo mito griego del debate entre la emoción y la razón, vaya, que es una preocupación que tenemos desde que buenamente fundamos la civilización.
César Benedicto Callejas
Abogado. Investigador SNI
@cbch70