Comparemos la economía del México de 1968, con la economía de nuestros días

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Este año conmemoramos los cincuenta años del movimiento social y estudiantil de 1968; muchísima tinta ha corrido y correrá en estos días; memoriales, recordaciones, anécdotas y toda clase de análisis; mucho se dice, mucho se dirá y entonces uno se pregunta si en realidad todo tiempo pasado fue mejor.

El problema con la apreciación del pasado es que no podemos recordarlo, ni siquiera el más lejano, como un dato objetivo, eso por la sencilla razón de que estamos compuestos de historia, que incluso los romanos y la construcción de la Gran Muralla China nos dicen algo y nadie es capaz de pensar en la conquista de México sin dejar en esa memoria los rastros de su propio ser; el 68 está plagado de esas señales de identidad, de las justificaciones de lo que somos hoy, de la manera en que vemos el mundo, pero yendo a los hechos, al dato duro como le decimos ahora tenemos varias sorpresas; por ejemplo, la deuda externa total en 1968 alcanzaba poco menos de los 20 MMD, hoy supera los 437 MMD; sin embargo, en 1968 se apreciaba sobre el 20% del PIB y hoy es poco menos del 40%; vaya, endeudados estábamos ya desde entonces y no se puede olvidar que en 1982 la deuda alcanzó más del 130% del PIB.

Pensamos en aquellos días como en una especie de paraíso productivo antes del gobierno de Echeverría, sin embargo, entonces nuestro PIB absoluto rondaba los 3,000 mil millones de pesos mientras que hoy se sitúa alrededor de los 14,000 miles de millones de pesos; somos sensiblemente más productivos que en aquella época y aunque somos más también es verdad que la curva de productividad se ha acentuado sobre todo después de 2002.

La sensación de bienestar que, paradójicamente condujo al estallido social de 1968 tiene parte de su explicación en una sensación de creciente bienestar económico, el salario en aquellos días, comparado con la inflación era alrededor de 146% superior al nuestro; eso permitió a las clases urbanas ilustradas, clases medias progresistas y con aspiraciones, a buscar libertades políticas al encontrar una base económica familiar satisfactoria; hoy, sin embargo, las tensiones políticas se alivian con un sistema democrático más funcional que no corresponde a una equivalencia económica satisfactoria. No podemos omitir, además que México era entonces un país que apenas superaba los 48,000,000 de habitantes mientras que hoy supera con mucho los 132 millones.

La sensación de bienestar económico está relacionada con la estabilidad, la paridad peso dólar se mantuvo en el legendario 12.50 desde 1950 hasta 1970 y el salario mínimo era de $28.50 hoy lo es de $88.36; en cuanto a la inflación en 1968 la inflación alcanzó un índice de 2.43% mientras que el año pasado – este aún no podemos tener datos globales – alcanza los 6.77%, en resumidas cuentas, el salario es poco menor hoy que entonces, sobre todo si se lo piensa en términos de la inflación del 159.17% que tuvimos en 1987. La gasolina no aumentó un sólo centavo durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz mientras que durante el gobierno actual el incremento acumulado de los precios suma ya el 60.39%; para darnos una mejor idea, la gasolina, al término del sexenio de Día Ordaz, si se le compara con la inflación general había bajado de precio 17%, en este sexenio el impacto es un aumento final de 45%.

El crecimiento y el desarrollo se han dejado sentir en otras áreas de nuestra vida, por ejemplo, en 1968, la esperanza de vida promedio (mujeres y hombres) era de 64 años, hoy lo es de 77; incluso las causas más comunes de muerte entre aquellos años y ahora están relacionadas con mejores estándares de vida en general; en 1968 las causas principales de muerte eran la neumonía, la enteritis, enfermedades cardiacas, enfermedades perinatales y tumores malignos, hoy lo son la diabetes, las enfermedades isquémicas de corazón, los accidentes y las enfermedades del hígado.

En materia educativa el rezago en 1968 era importante, así en 1968 el índice de analfabetismo superaba el 25% mientras que hoy apenas linda el 5%; en materia de educación superior es donde notamos la principal de las transformaciones, cuando ocurrió el movimiento estudiantil los alumnos en educación superior apenas rebasaba los 97,000 alumnos, hoy tenemos algo más de 3,200,000 estudiantes; entonces, la clave del movimiento no estaba en la potencia del estudiantado como grupo de presión, sino en las expectativas de una sociedad que no veía correspondidos sus anhelos democráticos, su nivel de vida y las perspectivas de futuro; si comparamos el contenido y la trascendencia de los movimientos estudiantiles de 1968 y 1999, nos damos cuenta que aun cuando la estabilidad económica de aquella época parece haberse perdido, el crecimiento ha sido constante, la constitución de mejores niveles de vida y la satisfacción de las necesidades sociales ha sido constante; digámoslo así, en aquella época teníamos una economía más estable, más pequeña y con necesidades colectivas menos satisfechas, hoy tenemos una economía que se contrae, que parece no alcanzar toda la estabilidad que deseamos pero instituciones financieras, económicas, políticas y sociales más estables y desarrolladas. Ya se ve, ni todo tiempo pasado fue mejor ni el mañana es la tierra de los ensueños.

César Benedicto Callejas.

Abogado. Investigador SNI

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