Ricardo Alemán, el claro ejemplo de actuar por emoción y no con inteligencia.

Estaba preparando mi colaboración que generosamente acoge el blog de CREDITUM; frente mío tenía la información para escribir algo sobre la tendencia continuada en el alza del oro, especialmente con fines tecnológicos; o bien sobre la perspectiva de mantenimiento de la inflación, e incluso algo más sobre la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Sin embargo, y quienes ocasionalmente leen estas líneas, sabrán que no es lo mío estar metido en los entresijos de la política, pero creo que vale la pena una llamada de atención en estos momentos.

            Un periodista fue despedido de Televisa y Canal ONCE por un desafortunado tweet en el que invitaba a los fanáticos de cierto candidato a asesinarlo, como había sucedido con Lennon, por ejemplo. Ante toda la información que tenía en mi mesa de trabajo, con las perspectivas más o menos racionales, me pregunto ¿por qué la gente inteligente hace tonterías?

            Veamos. Los vaivenes ocasionales en la vida económica son cosa de todos los días y hay que reconocer que este camino electorero, o electoral si se quiere, ha transcurrido con relativa calma y conformidad con la ley, lo que no es poco decir; que incluso en elecciones anteriores las hemos sufrido con mayores sobresaltos. También me parece que los indicadores generales dictaminan una tímida luz ámbar, no roja, y eso me hace pensar que nada está cantado y que de aquí al momento en que se cuenten los votos todavía quedan espacios de tiempo que llenar y dudas que satisfacer. Desde luego, no es mi interés invitar al voto por candidato ninguno, cada quien su conciencia y sus preferencias, pero sí me parece que es importante no dejarnos llevar por las emociones del momento, por las noticias fabricadas a modo por los equipos de campaña y por los profetas de la ocasión en momentos como este. Ni se vota con las tripas ni se toman decisiones financieras con el corazón. Este es el momento de ser enteramente racionales.

            El enfrentamiento o el apoyo entre las cúpulas empresariales y los candidatos es parte del proceso electoral en cualquier democracia; si en México estas cosas nos parecen quitar el sueño es porque estamos en presencia de una elección peculiar, eso es cierto, polarizada como pocas; no es la única vez, insisto, en que el escenario se presenta así, pero nuestra memoria política suele ser corta y se nos olvidan las jornadas de la elección de hace dieciocho años por ejemplo y cómo fue que salimos avante también de aquel escenario.

            Hablemos en plata. El sistema financiero y económico no se sostiene sólo por las decisiones de los gobiernos ni por los representantes legales; hace unos meses moríamos de miedo de pensar que tal vez Donald Trump ganaría las elecciones y el mundo se nos vendría encima, pero el inquilino de la Casa Blanca ha tenido que aprender a contemporizar con los elementos de fuerza real, tanto dentro de su país como fuera y ha tenido que comprender que su voz no es ley y que tiene que atenerse a muchas más reglas de las que esperaba; a veces, cuando se le pasa hacer caso a este principio, los mercados y la vida política simplemente lo ignoran. Así se aprende.

            No es momento ni de detener inversiones, entre toda la información recopilada para esos eventuales artículos que por esta vez no escribiré, destacan por ejemplo el alza de la plusvalía en los inmuebles usados en varios barrios de clase media en la ciudad de México, el asunto ya mencionado del oro y la recalificación de riesgo de la economía mexicana que no parece ofrecer mayores contratiempos. No todo es miel sobre hojuelas, es verdad y aunque la gasolina parece seguir en su carrera ascendente y el dólar no quiere estarse quieto, lo cierto es que estamos en un momento de precaución, pero no de crisis y es probable que el momento vaticinado de una crisis eventual no llegue. No se trata de optimismo, se trata de racionalidad.

            En tiempos como este, el ejemplo del periodista que he mencionado arriba es un buen ejemplo. Podríamos suponer y haríamos bien, que ese hombre de medios estaba enterado, que sabía bien lo que estaba haciendo y que no le faltaban datos para tener un juicio más o menos certero de la realidad y, sin embargo, le ha comido la emoción, ha retado a sus propios medios y el error le ha costado caro. Para quien invierte, para quien debe o quiere ahora solicitar un crédito de capital o de trabajo, es mejor no cometer errores así, no atarse de manos porque la encuesta de hoy en la mañana no favoreció a su candidato o ya le dijeron en las redes que la cosa se va a poner más delicada, así, nomás; si la planeación le favorece y sus indicadores dan luz verde; si especialistas como los de CREDITUM avalan la decisión, no es momento de detenerse en el miedo a lo que, con un grado alto de seguridad no sucederá: ni nuestra economía se morirá de inanición, ni tendremos que salir corriendo  para que alguien nos salve.

 

César Benedicto Callejas.

Abogado. Investigador SNI.

@cbch70

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