Y Roma no se hizo en un día
Nos estamos habituando a atender las noticias de la negociación del TLC como nos acostumbramos a las de la liga mexicana de Fútbol, es natural, a todos nos interesa y la nota vende, el hecho es que seguir una negociación tan compleja a tan corta distancia tiene sus bemoles; visto tan de cerca un manotazo en la mesa luce aterrador, visto en perspectiva es mera anécdota, por eso a veces amanecemos con que el mundo no se va a acabar si se extingue el tratado y otras con que se avanza en algunos puntos de la negociación. En realidad, si somos serenos en el análisis, el tema de las negociaciones no terminará sino hasta finales del primer trimestre de 2018. Esto nos da un respiro.
Por una parte, los mercados van reaccionando positivamente al anuncio de los negociadores de prolongar todo ese tiempo las rondas, eso quiere decir que hay probabilidad de acuerdos, es cierto que hay más diferendos de los que se esperaban, pero tampoco ninguno de los negociadores ha quemado sus naves; visto así, el peso reaccionó favorablemente ganando casi 1.5% luego de la cuarta ronda donde se dio a conocer la ampliación de las negociaciones.
Lo que está sucediendo es lo mismo que pasa con todas las negociaciones, grandes o pequeñas, llega un punto en que todos los participantes se dan cuenta que no tienen todo el poder para imponer sus puntos de vista y llevarse todas las ventajas, eso es parte de todo proceso de conciliación; es muy factible que las rondas se vayan volviendo cada vez más técnicas y que sean esos razonamientos los que se impongan paulatinamente a los criterios políticos, o mejor dicho, a los exabruptos de la política.
Asimismo, los negociadores van saliendo de la burbuja en la que los pusieron los reflectores y las órdenes de sus gobiernos, es decir, por mucha carga política y discursiva que tenga un tratado de libre comercio, su naturaleza es precisamente la de ser un instrumento financiero, económico y mercantil y tiene tanto su propia lógica como su propia mecánica de funcionamiento; ninguno de los actores, por ejemplo, tiene control sobre el diferendo entre Madrid y Barcelona que ha movilizado ya más de setecientas empresas, lo cual desde luego impacta en el futuro del TLC, tampoco tienen injerencia en los resultados económicos que ha provisto el Partido Comunista de China sobre los datos macroeconómicos de su país y eso es un dato que ninguno de los negociadores puede obviar; si a eso le añadimos la tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte, o las elecciones locales en Alemania, hasta el mismo Trump tendrá que ir dejando la mano a los que saben mientras que los demás esperan los resultados.
Mala consejera es la prisa, sin duda y resulta, que en esta ocasión, no es México quien tiene prisa, si acaso los tiempos político electorales hagan un poco de presión cuando se den a conocer los candidatos y tengan que formular sus plataformas en torno a lo que los equipos de negociación vayan arrojando, pero ni siquiera entonces tendrán todavía poder o influencia suficiente para alterar el rumbo del Tratado, en cambio, en la medida que se vayan dando a conocer los resultados de las nuevas rondas, entonces sí los candidatos recibirán la tensión de reaccionar adecuadamente sobre la futura realidad sobre la que eventualmente deberán gobernar. Prudencia es la nota para quienes aspiran a la presidencia y ojo avisor para quienes estamos testificando el procedimiento.
Aparentemente la salida de los tratados bilaterales se ofrece como una tabla de salvación en algunos rubros; la visita del Primer Ministro de Canadá puede ser un aliciente para una salida de emergencia de esa naturaleza; sin embargo, para el inversionista de todos los días, para quien está buscando ampliar su negocio o mantenerse en los mercados del norte, no resulta lo mismo, la fortaleza del tratado radica en el tamaño de sus mercados y ese es el punto a rescatar.
Así pues, Roma no se hizo en un día y el tratado no va a estar listo tan pronto como podría suponerse; hay que reconocerlos, en esta ocasión el tiempo corre a nuestro favor, negociar con serenidad y claridad es la mejor estrategia que podrían elegir nuestros hombres a la mesa, después de todo, quien se metió en el berenjenal de las críticas, las desbandadas y los ataques, por esta vez, no hemos sido nosotros.
César Benedicto Callejas
Abogado. Investigador SNI.
@cbch70