Adolfo Laborde escribe para CREDITUM
Se cerraron las negociaciones de la ronda 6 de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) que se llevó a cabo en la ciudad de Montreal Canadá. Los resultados fueron limitados y tan sólo se pudo cerrar un capítulo, el referente a la corrupción. A partir de estos resultados se ha comenzado hablar de lo difícil que se podrían poner las siguientes reuniones debido a que los puntos sensibles de la negociación se han dejado al final. No es un secreto que la delegación de los Estados Unidos ha sido muy dura en varios puntos en la negociación como las reglas de origen, salarios, evaluación periódica del Tratado (cada 5 años) y probablemente se agregue más puntos de inflexión en las negociaciones
Todo parece indicar que el proceso de negociación entrará en una etapa crítica; el anuncio reciente del Canciller mexicano Videgaray en el sentido de que no se permitirá una negociación del TLCAN a cambio de permitir a agentes armados norteamericanos en los vuelos que transitan hacia México deja latente que lo que se sospechaba sobre el destino del TLCAN podría ser una realidad.
En este contexto toma importancia el relanzamiento del Acuerdo de Transpacífico de Cooperación Económica (TTP) en su versión TPP 11, sin la participación de los Estados Unidos, que recientemente los representante comerciales de los países miembros en Tokio, Japón lograron cerrar los puntos pendientes en la negociación que exigía Canadá.
En cuanto al TPP 11, que ha sido empujado por Japón, que sin lugar a dudas busca un mayor balance de poder en Asia con respecto a China a través de este mecanismo, no me parece que sea la salida de todos los males del comercio exterior de México (dependencia del mercado de Norteamérica). La diversificación de nuestras relaciones comerciales tendría que ir más allá de este mecanismo, no olvidemos que, salvo pocos países, con en la mayoría de las economías de los países que componen el TPP no somos complementarias, sino que representan una competencia para la industria y productos mexicanos, en especial a las pequeñas y medianas empresas. Asimismo, la viabilidad de exportar los productos que no se envíen a Estados Unidos a otros mercados en una hipotética finalización del TLCAN, es compleja debido a lo arriba expuesto y por la falta de conocimiento de esos mercados de las empresas mexicanas.
Se tendrán que enfrentar estos retos de manera original y pragmática. Si bien es cierto, la presenta administración está a un año de que terminen sus responsabilidades, es menester trazar una ruta crítica que permita dejar la batuta a la siguiente con una mirada estratégica y de largo plazo. La respuesta a la actual coyuntura geoeconómica de México tendrá que además de sacar provecho a los actuales acuerdos comerciales (12 con 46 países) deberá ir integrando nuevas dinámicas comerciales como el TPP y otros esquemas comerciales de nueva generación mediante Acuerdos de Asolación o Complementación Económica con países como China o Corea. La tarea es complicada, pero no imposible de realizarse sobre todo cuando existe la necesidad de impulsar la internacionalización de las empresas pequeñas y medianas del país.